¡Qué torpe que soy! No he sabido jugar. Pero te voy a contar un cuento: Le llamo "El pajarillo libre"
En un recóndito rincón que muy pocos conocen, vive un matrimonio. Ha tenido muchos hijos, pero están en otros lugares con sus hijos. Se esfuerzan mucho en educarlos y por eso van a visitarlos cuando pueden. Todas las personas tienen sus manías y ésta abuelita también. Cuando retira el mantel de la mesa después de comer, lo lleva al jardín y allí lo sacude sobre las plantas. Está cansada de que los pájaros repartan sus cacas por la terraza, así que piensa que sobre la hierba también pueden comer los pájaros. Un día que hacía mucho frio y viento no quiso dar la vuelta a la casa para vaciar el mantel así que lo extendió en el árbol que había cerca. Como el viento lo desparramó todo, fue a por la escoba para barrer las migajas. Cuando volvió se encontró un pajarillo regordete, con plumaje gris y en forma de bufanda un rojo que hacía juego con su piquito. El pájaro no se inmutó cuando la vió, sino que esperó a que terminara con su trabajo; le dió lástima y le dejó las migas amontonadas. Cuando volvió a salir, miró por curiosidad y ¡ya no estaban!. Al día siguiente, como seguía haciendo frío hizo la misma operación y allí estaba el pajarillo esperando su comida. Así que, todos los días sacude el mantel en ese sitio, lo retira un poco para evitar que se pise y al poco desaparece. Y colorín colorado este cuento real se ha acabado.
¡Qué torpe que soy! No he sabido jugar. Pero te voy a contar un cuento: Le llamo "El pajarillo libre"
ResponderEliminarEn un recóndito rincón que muy pocos conocen, vive un matrimonio. Ha tenido muchos hijos, pero están en otros lugares con sus hijos. Se esfuerzan mucho en educarlos y por eso van a visitarlos cuando pueden.
Todas las personas tienen sus manías y ésta abuelita también. Cuando retira el mantel de la mesa después de comer, lo lleva al jardín y allí lo sacude sobre las plantas. Está cansada de que los pájaros repartan sus cacas por la terraza, así que piensa que sobre la hierba también pueden comer los pájaros.
Un día que hacía mucho frio y viento no quiso dar la vuelta a la casa para vaciar el mantel así que lo extendió en el árbol que había cerca. Como el viento lo desparramó todo, fue a por la escoba para barrer las migajas. Cuando volvió se encontró un pajarillo regordete, con plumaje gris y en forma de bufanda un rojo que hacía juego con su piquito.
El pájaro no se inmutó cuando la vió, sino que esperó a que terminara con su trabajo; le dió lástima y le dejó las migas amontonadas. Cuando volvió a salir, miró por curiosidad y ¡ya no estaban!. Al día siguiente, como seguía haciendo frío hizo la misma operación y allí estaba el pajarillo esperando su comida.
Así que, todos los días sacude el mantel en ese sitio, lo retira un poco para evitar que se pise y al poco desaparece.
Y colorín colorado este cuento real se ha acabado.
sara yo me lio en el juego sara german v.r
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